Acerca de las certificaciones en lenguas extranjeras CLE

Ana Maria Caro

Departamento de Francés, Colegio Nacional de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires

 

Resumen

Mucho se ha escrito, en las dos últimas décadas, acerca de la evaluación y sus diversas formas y finalidades. Sin embargo, los campos temáticos abordados se pueden resumir en tres aspectos fundamentales: el rol de la evaluación al interior del proceso educativo, las modalidades posibles y sus fundamentos epistemológicos y científicos y, por último, la problemática social y ética que se pone en juego.

En estas líneas se intenta dar cuenta, someramente, del estado de cosas actual, comenzando por la definición de “competencia en lengua extranjera”, pasando por los diferentes tipos de evaluación según el objetivo que se persigue para concluir en los fundamentos y finalidades de los CLE, certificados en lenguas extranjeras.

Las carreras universitarias elegidas por la mayor parte de los alumnos de sexto año  del Colegio Nacional de Buenos Aires, dependiente de la Universidad de Buenos Aires,  inscriptos en la orientación Humanidades presentan, como requisito para la cursada, la lectura en una o más lenguas extranjeras. Esto corresponde al perfil, no sólo del graduado del CNBA y del futuro graduado universitario, sino que atañe también a la formación del ciudadano de un mundo plurilingüe. El presente artículo tiene por objetivo dar cuenta de los contenidos más relevantes del diseño y desarrollo de la cátedra libre o propuesta extracurricular FLE en el CNBA. Los aportes de diferentes paradigmas teórico-lingüísticos y, particularmente, la cuestión de la textualidad, nos permiten explorar y abordar los distintos problemas que surgen en la práctica docente con los diferentes públicos institucionales, en sus interacciones con el escrito.

 

Palabras clave: evaluación, certificación, competencia en lengua extranjera

 

 


Generalidades sobre la evaluación

 

Hasta hace relativamente poco tiempo, la evaluación no ocupaba un lugar relevante en la formación de docentes de lenguas extranjeras. Para la mayoría de nosotros, se trataba de esa instancia administrativa - institucional necesaria y más o menos impuesta.

En los últimos veinte años, en cambio, la evaluación pasó a ser una de las grandes preocupaciones de la enseñanza de lenguas extranjeras, así como de la educación en general. Sin embargo, no todo lo que se ha escrito sobre evaluación es sinónimo de progreso; ocurre aún con demasiada frecuencia que en algunas situaciones de enseñanza-aprendizaje se presenta un despliegue metodológico de avanzada asociado a formas de evaluación obsoletas.

Ciertamente, ya se trate de las formas más tradicionales y ortodoxas hasta las más tecnológicas e innovadoras, los interrogantes de base que surgen son los siguientes:

 

§         ¿Cuál es el rol de la evaluación al interior del proceso educativo?

§         ¿Cuáles son las modalidades posibles y sus fundamentos epistemológicos y científicos?

§         ¿Qué problemática social y ética se pone en juego?

 

Antes de intentar formular algunas respuestas a estos interrogantes nos ocuparemos de definir aquello que se va a medir, aquello que se va a evaluar es decir, qué se entiende por competencia en lengua (extranjera). Para ello nos resulta inevitable mencionar el exhaustivo trabajo (diez años de investigación, de concertación, de acuerdos) realizado por el Marco común europeo de referencia para las lenguas extranjeras[1], nacido de una reflexión iniciada por el Consejo europeo, con la participación de numerosos especialistas en lenguas europeas. Según el Marco común europeo, la competencia en lenguas extranjeras presenta varios componentes, a saber:

 

q       un componente lingüístico, que incluye a los saberes y los saber-hacer relacionados con el léxico, la fonética y la sintaxis;

 

q       un componente sociológico, que toma en cuenta los parámetros socio-culturales en relación con las normas sociales;

 

q       un componente pragmático, que remite a un uso adecuado de los recursos que ofrece la lengua así como a la realización de funciones del lenguaje y actos de habla, es decir, la adaptación del discurso a la situación de comunicación.

 

En la práctica, y para tomar en cuenta todas las dimensiones de la competencia en lengua extranjera, estos componentes se ponen en juego bajo diferentes formas:

 

o        la de la recepción: escuchar (comprensión auditiva) y leer (comprensión lectora);

 

o        la de la producción: tomar la palabra, conversar (expresión oral), escribir (producción escrita);

 

o        la de la interacción: en la vida cotidiana, los intercambios entre dos o más personas requieren la recepción y la producción alternadamente;

 

o        la de mediación: en la vida cotidiana, todos estamos llamados a realizar actividades de mediación, tales como reformular, resumir, transmitir las palabras de otro, traducir.

 

Las dos últimas actividades (la de interacción y la de  mediación) vienen a resolver esa clásica y artificial (aunque necesaria, a nuestro entender, cuando se trata de un abordaje equilibrado de la lengua extranjera) separación taxonómica en cuatro competencias o habilidades. Jean-Claude Mothe[2] señalaba ya en el año 1988 que tal división correspondía sólo a unas pocas situaciones reales en las que entra en juego una única actividad, como por ejemplo, escuchar la radio o cuando se escriben tarjetas postales (en la actualidad, mensajes a través del correo electrónico). Sin embargo, en la mayoría de los casos, los comportamientos están mezclados, como cuando se toma nota, por citar alguno. Para Mothe, la comparación entre las operaciones mentales puestas en juego en una situación real de comunicación y las operaciones mentales requeridas al momento de la evaluación constituye un criterio importante. Es allí donde se reconoce si una evaluación es más o menos pertinente, más o menos eficaz. Del mismo modo, la división en gramática, léxico, fonética, etc. no corresponde a ninguna situación real, aún cuando siga siendo utilizada y sobre todo, siga siendo muy útil al momento de la enseñanza-aprendizaje, y deja de ser pertinente cuando se trata de una evaluación final. Por ello, un ejercicio de gramática resulta inapropiado en el caso de una evaluación final, en cambio, resulta adecuado en el caso de la evaluación continua, en las pruebas de progreso que se realizan en la clase y que determinan la continuación del aprendizaje.

Pasaremos entonces, a definir brevemente las tres funciones de la evaluación.

 

 

Los tres tipos fundamentales de evaluación

 

La evaluación diagnóstica (evaluación inicial) es la que se realiza al comienzo de una secuencia de aprendizaje con el objetivo principal de hacer un balance sobre lo aprendido ya sea para el docente como para el alumno, quien además es incentivado a movilizar sus conocimientos. Puede también cumplir otras funciones como la de pronosticar la evolución del aprendizaje del evaluado y establecer, en algunas situaciones, el primer vínculo entre docente y alumno, en el caso en el que el primero sea el evaluador. Por ejemplo: los exámenes de ingreso, los exámenes de nivelación.

La evaluación formativa (evaluación continua) es la que le permite al estudiante conocer sus debilidades y sus fortalezas, es decir, el resultado individual del camino recorrido. Es también la que le permite desarrollar estrategias para mejorar. En cuanto al docente, este tipo de evaluación constituye un instrumento de reflexión y de revisión de sus objetivos. Es decir, que forma parte del aprendizaje, funciona desde el interior de  éste sirviéndose como instrumento de grillas de auto-evaluación. La evaluación formativa colabora de manera decisiva en el establecimiento claro del “contrato pedagógico”, el cual supone que los alumnos están informados acerca de los objetivos de su aprendizaje y los aprehenden. Por ejemplo: los tests, los ejercicios auto-correctivos tales como dictados, las grillas de auto evaluación, los programas de aprendizaje individuales.

La evaluación “sommative” (evaluación final) es la que provee resultados finales al cabo de un proceso, un estado de cosas al fin de una secuencia completa que puede ser más o menos extensa. Es un instrumento de clasificación y selección de candidatos. Por ejemplo: las certificaciones, los diplomas (Proficiency, DELF/DALF), los créditos, los tests (bilans) que la mayoría de los manuales de lengua extranjera presentan al final de una secuencia.

Jean Cardinet[3] describe irónicamente  los tres objetivos de la evaluación. Para el primero de ellos, el de diagnóstico, refiere el hecho de un profesor de francés que ponía una nota a sus alumnos al cabo de un mes de clase y la conservaba el resto del año. Su lógica está basada en considerar a la nota como indicadora de un nivel de competencia global que se supone estable. Para el segundo objetivo, el de sostén del aprendizaje, cita el caso de un profesor de alemán que daba cada semana un ejercicio y ponía luego una nota proporcional a la cantidad de ejercicios resueltos correctamente. La nota reflejaba la calidad del trabajo efectuado cada semana. Por último, para la tercera concepción, la de balance, menciona a un maestro que daba para hacer un primer trabajo, lo corregía y luego lo devolvía a sus alumnos para que lo corrigieran tantas veces como fuera necesario hasta alcanzar la nota máxima, y la evaluación final resultara completamente positiva.

Según Cardinet, las tres concepciones están de algún modo presentes en todos los docentes. Todos quisiéramos poder indicar el nivel del alumno, seguir el aprendizaje y establecer la diferencia entre lo adquirido y lo que está en vías de adquisición, al mismo tiempo y en una misma y única nota. Sostiene que la evaluación que corresponde a la pedagogía del futuro ya no requerirá la clasificación de los alumnos, sino simplemente  saber si han alcanzado o no, el objetivo, por considerar al sistema actual de evaluación como el principal instrumento de diferenciación y de estratificación social que contribuye a eliminar del sistema educativo a las clases sociales más desfavorecidas, o a mantener solapadamente la disciplina o a afirmar el poder de los docentes.

 

Tipología de tareas

 

Según el momento y el tipo de evaluación que se vaya a realizar, se deberán tomar decisiones con respecto a las herramientas que se utilizarán en cada caso. Establecer una tipología exhaustiva de los diferentes tipos de ejercicios no es tarea fácil. No es nuestra intención hacer un relevamiento de todas las herramientas posibles, porque seguramente caeríamos en alguna omisión indeseada y sobre todo porque la mayoría de ellas son utilizadas, frecuentemente, de manera mixta. Solamente precisaremos que las herramientas de evaluación pueden ser clasificadas en tres grandes grupos según la respuesta por obtener: los de respuesta cerrada (QCM, ejercicios de llenado de blancos, ejercicios de reconstrucción de textos, verdadero o falso, etc.), los de respuesta abierta (dramatizaciones guiadas, resúmenes, comentarios, análisis, etc.) y los de respuesta semiabierta (ejercicios de transformación, cuestionarios de respuesta abierta, algunos ejercicios de reconstrucción de textos, etc.). Asimismo, algunas tareas permiten evaluar más acabadamente una competencia que otra [4].

 

Las certificaciones en lenguas extranjeras CLE

 

Abordaremos ahora el caso de un tipo de evaluación final externa que tiene por objetivo el de constituirse en una herramienta al servicio de la calidad educativa, de la población comprendida dentro del sistema educativo formal de la ciudad de Buenos Aires, las certificaciones en lenguas extranjeras CLE.

        

Los orígenes

 

En el marco de una política plurilingüe que se compromete a ofrecer al mayor número de alumnos la oferta más variada posible en lenguas extranjeras, la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires convocó, en 1998, a especialistas en Didáctica de la enseñanza de las lenguas extranjeras que forman parte del sistema educativo institucional de la ciudad, para conformar una comisión encargada de la elaboración de Certificados en lenguas extranjeras.

Conociendo los criterios en los que se basan las certificaciones y los exámenes internacionales (DELF, DALF, Proficiency, etc.) el desafío consistía en elaborar un programa que adoptase esos criterios y los adaptara a las necesidades de los estudiantes que pertenecen a nuestro sistema formal (niveles primario y secundario) tanto público como privado, teniendo en cuenta la gran heterogeneidad de situaciones de enseñanza de las lenguas extranjeras; para ejemplificar menciones las diferencias en cuanto a la frecuencia o en cuanto a la iniciación del aprendizaje, las diferencias en cuanto a la formación de los docentes o las diferencias de estatus de la lengua extranjera según las instituciones.

Así, la idea de respetar los diversos ritmos de aprendizaje y los intereses de los estudiantes se impuso, lo que dio como resultado diferentes versiones de CLE según las edades (niños, adolescentes y jóvenes).

Estas certificaciones han sido diseñadas bajo ciertos principios: el principio de equidad, según el cual se ofrece a todos los alumnos por igual la posibilidad de acreditar sus conocimientos por medio de prácticas de evaluación que les permiten alcanzar los objetivos de aprendizaje comprendidos en el Diseño curricular de lenguas extranjeras de la ciudad de Buenos Aires; el principio de transparencia, que se traduce en la presencia de estándares y criterios que son públicos, conocidos tanto por el evaluador y el evaluado como por los padres de los alumnos y por todo aquel que se interese en ellos; el principio de adecuación y coherencia, adecuación de las tareas (herramientas) de evaluación a la finalidad de la formación, a los objetivos, por una parte y coherencia entre las tares de aprendizaje y las tareas de evaluación conformes a la metodología y las actividades de aprendizaje; finalmente, el principio de integración, la evaluación de los aprendizajes forma parte del recorrido de enseñanza y de aprendizaje, y permite interpretar el resultado de lo adquirido por el alumno. Por esto, los CLE se constituyen en una instancia de evaluación final externa y, a la vez, formativa.

 

Características de los CLE

 

Los certificados CLE:

 

q       están destinados a cualquier estudiante de nivel primario y secundario de la ciudad de Buenos Aires que, por razones de formación u otras, desee obtener una certificación de sus conocimientos en una o en varias lenguas extranjeras;

q       certifican tres niveles de conocimiento en alemán, francés, inglés, italiano y portugués (está previsto el cuarto nivel que no ha sido implementado aún);

q       evalúan lo que el candidato “sabe hacer” en lengua extranjera, es decir, su competencia comunicativa. Dicho “saber hacer” refiere a una práctica social y supone la comprensión y producción de textos orales y escritos cuya dificultad varía en función del nivel;

q       proveen criterios de evaluación a todas las instituciones de la ciudad de Buenos Aires incluidas aquellas que cuentan con un número más elevado de horas como los CECIE y las escuelas de Lenguas Vivas del sector oficial,  así como también a un vasto número de instituciones del sector privado;

q       constituyen una estandarización de los criterios de descripción de los conocimientos que corresponden a cada nivel,  lo que da como resultado un sistema unificado y un marco común de referencia, compartido por estudiantes, docentes, autoridades y padres;

q       ofrecen a todos los alumnos la posibilidad de presentarse a los exámenes con edades diferentes. Las diversas variantes de un mismo nivel toman en cuenta los universos de interés y el desarrollo cognitivo correspondientes a cada edad.

 

Por todo lo dicho, las certificaciones CLE constituyen una herramienta de evaluación con características propias. Se trata, como ya lo mencionamos, de una evaluación final externa con un perfil formador. Por otra parte, aquellos que confeccionan las pruebas son docentes formados localmente, que conocen desde adentro los diversos casos/situaciones de enseñanza- aprendizaje, lo que asegura los principios de adecuación y coherencia,  y también de  integración, mencionados arriba.

 

Referencias bibliográficas


Alderson, J.Ch., Clapham, C., Wall, D., Exámenes de idiomas, Cambridge University Press, Madrid, 1998, Traducción española, Neuss Figueras, 1998.

Cardinet, J., Cinquante ans de réflexion, in U. Vögeli-Mantovani (Ed.) Pour une évaluation plus formative et moins sélective, Aarau: Centre suisse de coordination pour la recherche en éducation, 2000, pp. 12-13.

Gassó, L.; Corradi, L., Franzoni, P.; Klett, E.; Valsecchi, R., Diseño curricular de lenguas extranjeras, Buenos Aires, Secretaría de Educación, 2001.

Lescure,R., Dimensions sociales et culturelles de l’évaluation, pp 36-42, in  Monnerie-Goarin, A., Lescure, R. (Ed.)., Evaluation et certifications en langue étrangère - Le Français dans le Monde. Recherche et applications, numéro spécial, 1993.

Lussier, D., Evaluer les apprentissages dans une approche communicative, Paris, Hachette FLE coll. F Autoformation, 1992.

Monnerie-Goarin, A., Évaluation : quelques repères historiques, pp 8-18, in Monnerie-Goarin, A., Lescure, R. (Ed.).- Evaluation et certifications en langue étrangère - Le Français dans le Monde. Recherche et applications, numéro spécial, 1993.

Mothe, J-C, Évaluer les compétences de communication en milieu scolaire, Le Français dans le Monde nº 165, pp 63-72.

Veltcheff, C., Hilton, S., L’évaluation en FLE, coll. F nouvelle formule dirigée par Gérard Vigner, Hachette, 2003.

Lecturas aconsejadas

Cahiers de l’APLIUT, vol. XVIII n° 3 Les nouveaux visages de l’évaluation, mars 1999.

Divers aspects de l’évaluation sont abordés : enseignement multimédia, anglais professionnel, auto-évaluation, test de niveau, expression libre, agosto 1993.

Hadji, Ch., L’évaluation, règles du jeu – des intentions aux outils, préface de Philippe Meirieu, ESF Editeur, 1992 (cet ouvrage contient un glossaire à usage d’index).

Noticias de la autora
Ana María Caro

Egresada del Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”, Buenos Aires. DIMAV, diploma de medios audio-visuales, OAVUP, Office Audio-visuel de la Universidad de Poitiers. DEA, Diplôme d’Etudes Approfondies de la Universidad de Rouen, Francia (en curso).

Docente del Departamento de Francés del CNBA, docente titular en las cátedras de Lengua Francesa I y II del Traductorado de francés del Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”, Buenos Aires. Docente del Departamento de Francés del CNBA-UBA. Docente de francés de la Tecnicatura de Gastronomía de la Escuela Normal Superior nº. 6, Buenos Aires. Miembro de la Comisión de especialistas en certificaciones CLE, Certificados en lenguas extranjeras, Programa de políticas plurilingües de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad autónoma de Buenos Aires. Miembro del Centro de Recursos del Programa de escuelas plurilingües de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad autónoma de Buenos Aires. Miembro de la comisión de acreditaciones en lenguas extranjeras ALEX, IESLV “Juan Ramón Fernández”- Secretaría de Educación de la Ciudad autónoma de Buenos Aires. Conceptora y examinadora de la Prueba de Idoneidad para docentes de francés sin título habilitante de la Dirección General de Educación Superior de la Secretaría de Educación de la Ciudad autónoma de Buenos Aires, por la Escuela de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” (2002 y 2003).

 

Publicaciones recientes

(en colaboración) Manual de FLE Trait d’union y Trait d’union II, Annie Monnerie, François Weiss, Ana Caro y Luis Vallejo (Hatier-Sielp, Buenos Aires, 1988 - 1989) . Libro de actividades para la clase de FLE Amuse-gueule , Ana Caro, Luis Vallejo (Sielp, Buenos Aires,1990).



[1] El Marco común europeo de referencia para las lenguas puede ser consultado en Internet (www.coe.int/portailT.asp). Está disponible en todas las lenguas europeas.

[2] Jean-Claude Mothe, ex director del BELC, especialista reconocido en evaluación en el campo del Francés Lengua Extranjera (FLE) y autor de numerosos artículos, libros y de los tests del manual Méthode Orange 2.

[3] Jean Cardinet, está actualmente entre los más prestigiosos especialistas en evaluación.

 

[4] Sugerimos consultar el cuadro recapitulativo de las tipologías de ejercicios elaborado por C. Veltcheff y Stanley Hilton in L’évaluation en FLE,  Hachette FLE, París, page 47, 2003.