El arte de amar en Ovidio y Erich Fromm desde una
mirada Filosófica
Adriana S. Deza
Departamento
de Filosofía y Psicología, Colegio Nacional de Buenos Aires, Universidad de
Buenos Aires
Resumen
Dado que existen dos mil años de
diferencia en los textos de los autores Ovidio y Erich Fromm. Y teniendo en cuenta,
que ambos utilizan el mismo título en sus obras “El arte de amar”, resulta
valorable extraer relaciones y conclusiones, acerca de un tema tan vigente como
lo es, “el amor”.
En Ovidio (año:
47 a.C) el lector se encuentra con una suerte de recetario de cómo ser amado.
En cambio en Erich Fromm (año: 1900-1980)
el amor en su concepción teórica y práctica, recoge en una especie de
síntesis, el recorrido histórico del concepto “amor”, durante los años que
transcurrieron desde un autor al otro. Si bien, no se mencionan los pensadores
que influyen en la posición de Fromm, éstos se hallan implícitos en su libro y
es por ello, que los develo.
Desde una perspectiva filosófica el
lector transitará por autores tan significativos como Platón, Aristóteles y otros contemporáneos como
Cornelius Castoriadis.
Se informará
sobre la vinculación del conocimiento en la construcción del amor. Y tendrá un
anticipo de la anomia amorosa, producida en la sociedad capitalista.
La exhortación a
un cambio social a efectos de lograr el objetivo de amarnos, persigue la
intencionalidad de generar un sentido humano, fundado en el amor.
Palabras clave: ¿Qué es el amor?
Escribir siempre exige el
desafío de convertir al texto en una entidad autónoma, en este caso es lograr
que la lectura efectuada por cualquier lector, aún no tratándose de un
especialista, resulte comprensible de suyo. Desde esta posición escribo, tal
vez retomando el viejo precepto socrático de la ignorancia sabia. La ignorancia
de saber cuánto no sabemos y por este reconocimiento cuánto nos queda por
saber. Con la pasión por el conocimiento propia de todo profesor de filosofía.
Un aprendiz obstinado y obsecuente que pocas veces a pesar del gran esfuerzo,
logra dejar de serlo. Con el objetivo principal de aportar desde esta
¿disciplina/ciencia? y de una manera acotada, aquellos aspectos relevantes al
tema abordado. Liberando a este posible lector anónimo de citas abundantes o de
un lenguaje muy técnico, que torne ensombrecida la lectura. Pero finalmente con
una suerte de manía filosófica para comunicar con cohesión y sistematicidad los
puntos sobresalientes del tema que nos convoca.
Se trata de rastrear
algunos conceptos señalados por Ovidio y E. Fromm. Ambos autores escriben con
más de dos mil años de distancia sobre un tema siempre presente El amor. El amor, la separatidad y la
libertad son los conceptos en cuestión. Forzar una relación directa entre
los dos autores puede parecer exagerada; negarla tornaría mi presunción en una
percepción ingenua, impropia de un pensamiento filosófico.
La sinonimia de los
títulos de los libros en estos autores, sugiere la lectura por parte de E.
Fromm del Arte de Amar de Ovidio.
Ovidio pertenece al siglo
I. d.C. para ser más precisa, es un poeta atravesado por dos siglos dado que
nace aproximadamente en el año 47 a.C. La época en la que vive está signada por la hipocresía y un profundo
hedonismo, huellas percibidas en su
libro cuyo contenido lo condenará en parte, a morir en el exilio. Su obra: El arte de amar es más bien un recetario
de cómo ser amado. Técnicas y estrategias múltiples se describen con el único
fin, muchas veces egoísta de conquistar a un “otro” como amante. Manifiesto un
“otro” en un sentido genérico porque
Ovidio (al igual que E. Fromm) sólo se refiere a relaciones heterosexuales.
Dado que la obra de Ovidio
es conocida en el período de Augusto, resulta predecible que el público
femenino al que se dirige el poeta sea joven y sin compromisos sociales. Son
tiempos de formalismos fuertes en dónde las fuerzas pasionales propias del
hombre, sobre todo si es joven, tienen que permanecer ocultas para protegerse
de la critica de la sociedad. El amor emerge en este contexto como un ordenador
fisiológico y necesario para entre otras razones, preservar uno de los
atributos esenciales de la naturaleza humana.
Los poemas del poeta dan
cuenta de la importancia atribuida por éste al amor. En El arte de amar se persigue con firmeza el objetivo de ser amado
por encima del hecho mismo de amar. La meta de la obra no oscurece un estilo
literario abundante en metáforas alusivas a la caza, la futura presa es la
mujer amada. Plantea poéticamente estrategias sutiles para ser amado. Se podría
hipotetizar por las características de su prosa, la importancia de ser amado
para no sentirse solo. La separatidad es un tema recurrente en Fromm pero
obviamente desde una perspectiva psicológica. Desde el autor contemporáneo, la
separación del clan familiar y especialmente en el primer estadio de la vida
humana, la separación del niño de la madre, provoca en el hombre una profunda
angustia existencial. Separación mitigada en alguna medida con la conformación
de una pareja de amantes, cuando este hombre haya dejado de ser un infante y
además, haya logrado finalizar el proceso de individuación o individualización.
El proceso de
individuación es tratado en la antigüedad por Aristóteles y significa: el
principio que da razón de por qué algo es un individuo, un ente singular. Desde
una posición opuesta a la platónica, la individuación se produce en un plano
ontológico inmanente es decir, dentro de una cosmología natural. Las cuatro
causas aristotélicas: la causa material, la causa eficiente, la causa formal y
la causa final otorgarán al ser viviente la posibilidad de vivir. De ser un Ser individual. El proceso puede sintetizarse
así: la forma es lo que determina la materia, lo que convierte en real o
formado. El ser de lo potencial es, en rigor, ser actual: sólo por la
actualidad puede ser entendida la existencia de la posibilidad. Existe entonces
un movimiento productor de cambio entre la potencia y el acto.
Cornelius Castoriadis es
un filósofo contemporáneo que vivió hasta 1997. El psicoanalista, filósofo y
economista realiza una relectura de Aristóteles para explicar la autonomía en
los seres humanos. En particular aquí, me interesa relacionar la concepción de
la phusis aristótelica y el principio de individuación. “La phusis es el empuje
endógeno, ese espontáneo crecer de las cosas, que es al mismo tiempo generador
de un orden.” [1]
Aristóteles
es el iniciador de un debate presente todavía. El tema de la individuación se
ha vinculado con el de la individualización y obviamente con la noción de
individuo. Estudiados como diferentes
los términos de sujeto e individuo, se relaciona generalmente al individuo con
el proceso de individuación. En Hegel (S.XIX) hallamos una preocupación por lo
concreto y una decidida afirmación del poder de la razón frente a la
precariedad intelectual de los sentimientos. En este filósofo el individuo
particular es un individuo incompleto y
sólo en el proceso del desenvolvimiento dialéctico llega el individuo a superar
la negatividad de su ser abstracto.
Retomando la noción de
separación, utilizada por Fromm como separatidad es dable aclarar, que si bien
algunos autores filósofos coinciden con planteos psicológicos, en líneas
generales el tema es trabajado como un proceso de individuación. Es decir, el
enfoque filosófico se ajusta más al estudio de la naturaleza del intelecto en
el proceso de individuación y al estudio de lo histórico-social desde la
filosofía política. En tal sentido
Foucault manifiesta por ejemplo en uno de sus libros “me gustaría mostrar en
particular cómo puede formarse en el siglo XIX, un cierto saber del hombre, de
la individualidad, del individuo normal o anormal, dentro o fuera de la regla;
saber éste que, en verdad, nació de las prácticas sociales de control y
vigilancia.”[2].
La idea de un individuo
fabricado socialmente será estudiada también por Castoriadis en su texto: Hecho y por hacer. “La socialización es
constitutiva del ser humano. Eso que en teoría política, filosófica y
económica, llamamos estúpidamente “individuo”-oponiéndolo a sociedad- no es
otra cosa que sociedad.”[3]
Erich Fromm es un pensador
de nuestro tiempo nace en Alemania en el año 1900 y muere en 1980. Filósofo,
psicoanalista es testigo de la primera
y segunda guerra mundial, se lo ubica en la segunda etapa de la llamada escuela
de Frankfurt. En principio Instituto de
Investigaciones sociales surgido como consecuencia de las inquietudes
políticas de un grupo de filósofos
alemanes. Para ser más puntual, la inquietud responde a una necesidad
filosófica política. Luego de los estudios realizados por Felix Weil y
Friedrich Pollock en 1922, Kurt Albert Gerlach propuso al ministerio de
educación la creación del Instituto de investigación social. Finalmente en 1923
Max Horkheirmer sucede a Gerlarch en la dirección del instituto junto a la
colaboración de: Theodor Adorno, Walter Benjamin, Herbert Marcuse y Erich Fromm.
La primera vertiente de
esta escuela es marcadamente neomarxista con excepción de algunos intelectuales
como Marcuse o Habermas. El segundo al igual que Erich Fromm pertenece al
último período de la escuela de Frankfurt. Si bien, los filósofos que
transitaron por este instituto estaban en general preocupados por el destino
del hombre basado en la justicia, la impronta fuerte de todos ellos fue: estudiar las características y el alcance de
la razón humana para liberar al género humano tanto del totalitarismo como
del liberalismo.
El
instituto tenía dos sedes, una en Estados Unidos y otra en París; cuando asume
Hitler el poder, E. Fromm emigra a Estados Unidos. Durante su estadía la
preocupación del autor se centrará en la libertad del individuo, profundizando
los aspectos psicológicos e intentando fusionar el freudismo con el marxismo y
el Budismo Sen.
El
miedo a la libertad y El arte de
amar son dos de las obras más destacadas en este autor En el segundo libro, el amor será el tema central vinculándolo a
la libertad. Asimismo dentro de su teoría acerca de la naturaleza del amor, el
tema de cómo superar la separación para alcanzar una vida individual plena,
será estudiado con exhaustiva
rigurosidad.
A diferencia de Ovidio, El arte de amar en Fromm establece un
objetivo claro, la noción nodal es amar y no ser amado. El verdadero amor se
parece en este filósofo a un amor incondicional; brindándose más allá de la
recepción del amor.
El amor es un concepto central en
ambos autores, por eso puede resultar clarificador efectuar un breve
recorrido histórico-filosófico, rastreando dicho concepto.
El primer filósofo que
menciona al amor es Empédocles considerándolo metafísicamente. El amor es un
primer principio generador de la unión y de la separación de los elementos
naturales de la physis.
En esa época anterior unos
siglos a la era cristiana, el término amor designaba una actividad o el efecto
de una actividad.
En el siglo V a.C. Platón
expresará sus consideraciones sobre el tema, sobre todo en su obra El Banquete. Encontraremos tres formas
de amor, una corporal, otra correspondiente al alma y una tercera como fusión
de las anteriores. Habrá un buen amor y un mal amor, el primero será el amor
del cuerpo iluminado por el alma. Platón utilizará como interlocutor a Sócrates
para desarrollar la idea de un amor
verdadero en tanto sólo es capaz de desear el Bien. Se arriba entonces, a la
noción de un amor perteneciente al mundo inteligible, metafóricamente expresado
en una actividad, que guía la inteligencia humana en una escalera cuyos
peldaños son el reflejo de la idea de la Belleza absoluta. El amor alcanza la
belleza porque el amor engendra en la
belleza.La interpretación platónica le otorga un valor cognitivo a la
actividad de amar, adjudicándole el status de conocimiento. El amor asciende al
mundo inteligible y contempla la verdad y la eternidad. El amor conoce a la esencia de la Belleza absoluta. En su aspiración por lo amado el acto de
amor supera ampliamente al mundo de la doxa.. En El Banquete el personaje Sócrates dice:
<”El hombre poseído de
amor se siente atraído al principio por un cuerpo hermoso y después por todos
los cuerpos, cuyas bellezas son todas hermanas(...) este es el primer grado del
amor. Enseguida se enamora de las almas bellas y de todo lo que en ellas es
bello, acciones y sentimientos. Atraviesa este segundo grado para pasar de la
esfera de las acciones a la inteligencia (...)hay una que cultiva por completo
toda su alma, y es la ciencia misma de lo bello, cuyo conocimiento es el colmo
y la perfección del amor.”>[4]
El amor
sublime de los griegos lo será para los cristianos en tanto que, sólo Dios es
capaz de amar y gracias a la fe, el cristiano ama porque Dios es amor.
Porfirio
hablará de cuatro principios de Dios: la fe, la verdad, la esperanza y el amor.
Los cuatro principios son constitutivos de la divinidad y no hay una jerarquía
establecida al respecto. No obstante,
el amor implica una ascensión hacia el mundo inteligible porque forma parte de
la purificación del alma, si se quiere, en un sentido mucho más neoplatónico
que cristiano. Prueba de ello, es el escrito conocido del autor como Contra los cristianos.
Por
parte de los cristianos, el amor se presenta como una de las virtudes
teologales junto a la fe y la esperanza.
Para
San Pablo en cambio, el amor es sinónimo de caridad. La caridad manifiesta el
valor más noble del hombre y por eso, es equiparable al amor. Igualmente sólo
ama, aquel capacitado para amar a Dios. Amar a Dios y por Dios.
San
Agustín separará a la caridad del buen amor. La caridad es siempre buena, en
cambio el amor puede ser bueno o malo según sea respectivamente amor al bien o
amor al mal. El amor a Dios será siempre bueno.
Santo
Tomás considera a la caridad como una virtud sobrenatural. Pero no niega las
virtudes naturales al contrario; el hombre puede ser bueno careciendo de la
revelación dada por Dios. La autonomía de las virtudes naturales sentará un
precedente importante en la posterior vinculación entre la libertad y el amor.
Sobre todo, si nos basamos en la noción tomista del amor como fundamento de la caridad
cuando éste, busca libremente el Bien.
Resumiendo,
se puede sostener que existen dos ideas básicas del concepto amor: Eros y
ágape. El primer término señala un amor natural, es decir, una inclinación y el
segundo, una actividad personal en el sentido de entregar al propio ser por
liberalidad. Entonces si el Eros manifiesta los actos para los cuales está
capacitado el hombre; el ágape expresa una decisión intencionada hacia la
libertad. Ambas instancias son ontológicas y metafísicas.
Filosóficamente
existen varias posibilidades de interpretar al amor. El amor puede formar parte
de la naturaleza humana o puede ser una invención, en cuyo caso dependerá de la
facultad cognitiva. Esta segunda afirmación, la efectúo basándome en la idea de
que la creación forma parte de la cognición humana.
En el
siglo XX Jean Paul Sartre relaciona al amor con la libertad. El amor nos
enfrenta con la libertad del “otro”. En el amor se quiere cautivar, esclavizar,
la conciencia del “otro”. La intención no es apropiarse de la libertad del
“otro” sino ser libre en la libertad del “otro”. El hombre necesita ser amado
libremente por su amante. La libertad exigida no es contingente, es necesaria.
Por lo tanto, en el amor existe un conflicto de libertad.
Volviendo
a Erich Fromm no es azaroso plantear las relaciones establecidas por el
psicoanalista, filósofo en su libro El
arte de amar, entre el conocimiento y la libertad.
El amor
implica un conocimiento del “otro” un “otro” heterosexual. El amor exige la
responsabilidad de dejar desarrollarse al ser amado. El amor por consiguiente,
tiende a dejar libre al amado no sólo de amarnos sino de ser. El amor en la
sociedad de consumo no existe para Fromm. “Analizar la naturaleza del amor es
descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones
sociales responsables de esa ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como
un fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener una fe racional
basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre.”[5]
Por
último, cabe aclarar que los conceptos de
amor, separatidad y libertad son en sí mismos tan importantes para la
vida del hombre y tan complicados de ser sintetizados en un artículo. Que un
desarrollo exhaustivo me hubiese
obligado a obliterar en parte, la
convicción de hacer de un artículo en género filosófico; un texto autónomo.
Desde siempre y como siempre, la
filosofía no sólo problematiza interrogando sino buscando dar respuestas a los
conflictos del hombre en relación consigo mismo y con los otros.
[1]
Castoriadis, C., Hecho y por hacer:
pensar la imaginación, Buenos Aires, Eudeba, 1998, p.233.
[2]
Foucault,. M., La verdad y las formas
jurídicas, México, Gedisa, 1986, p.14.
[3]
Castoriadis, C., op.cit.: 120.
[4] Platón., El Banquete, Madrid, España, Edimat,
2000, pp. 615-616
[5] Fromm,
E., El arte de amar, Argentina,
Paidós, 2003, p. 128.