Crisis en las formas tradicionales de dominación
Lic.
Celeste Castiglione
Departamento de Ciencias Sociales,
Colegio nacional de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires
En Hegel, en Marx la figura de
Robinson Crusoe emerge como el prototipo del individuo capitalista. Este hombre
se encuentra cruzado por la tragedia de la modernidad de enfrentar un nuevo
mundo sin Dios. Lo cual lo lleva a preguntar ¿ a que nuevo Dios se deberá
adorar? Como responde Weber, a uno muy distinto... La ética protestante
reemplazará con su ascetismo y racionalidad todos los aspectos de la vida.
El presente trabajo busca
yuxtaponer justamente los dos planos: un nuevo tipo de individuo, más osado,
aventurero y ávido, pero también con nuevos temores; y un nuevo orden económico en donde hay un nuevo espacio de
significación.
A través
de esta metáfora --casi imposible en el mundo moderno del “el hombre solo”--,
Robinson Crusoe demuestra que la dialéctica del amo y el esclavo es una
relación imposible de evadir en el marco de la racionalidad que impera después de la caída del
feudalismo.
“Las
cosas se definen en general por los actos que realizan y pueden realizar, y tan
pronto como cesa su aptitud anterior, no puede decirse ya que sean las mismas,
lo único que hay es que están comprendidas bajo el mismo nombre. Lo que prueba
claramente la necesidad de un Estado y su superioridad sobre el individuo es
que si no se admitiera, resultaría que puede el individuo bastarse a sí mismo
aislado así del todo como del resto de las partes, pero aquel que no puede vivir
en sociedad y que en medio de su independencia no tiene necesidades no puede
ser nunca miembro de una sociedad organizada; es una bestia o un Dios”
(Aristóteles, 1986, 22)
Hegel[1]
El punto de inicio, es una
conciencia. El individuo, que se constituye a partir de ella, es pensante y
racional, sabe de su existencia, y a su vez, ese saber de sí lo hace activo y
práctico. La posibilidad de operar en el mundo, de actuar, se va a manifestar
como una negación, es decir, va a transformar el objeto y por lo tanto, lo va a
superar. Ni negación ni superación, se deben tomar como habitualmente las
usamos. La negatividad es una contradicción, una situación de conflicto, una
oportunidad, anula la Nada (Hegel, 1966, [1807]); y la superación es un triunfo
con respecto al objeto, una transformación del mismo.
El hombre despierta a partir de
un deseo. El deseo debe ser saciado, por lo tanto debe transformar, a través de
una acción, la realidad para proveerse del algo ajeno a él mismo. Su objetivo
es sacarle la independencia al objeto y tomarlo, hacerlo suyo. La acción nace
del deseo: para poder seguir viviendo, el individuo debe nutrirse y esto se
cumple al cazar, cosechar, procesar o industrializar animales y plantas. Todas
son negaciones de su estado salvaje. Es el hombre, quién se erige como la
acción negadora /transformadora de ese estado inicial.
El animal que come una hierba para vivir se eleva
por encima de ella, la niega, la transforma. Pero ni la bestia ni la planta
tienen conciencia de este poder, de la capacidad de dar muerte, que tienen la
una sobre la otra. Aquí, el deseo no se
manifiesta como tal, ni interfiere con el de otros individuos, pero en la
sociedad, la multiplicidad de deseos va a requerir una coordinación superior.
El deseo humano difiere del deseo animal o mejor dicho, del instinto, porque si
bien hay coincidencia en las necesidades viscerogénicas primigenias, va a ir en
busca de otro. Al individuo no le alcanza con saciar sus deseos, sino que va a
necesitar que otro lo reconozca como el que ha negado la existencia del objeto
de deseo. En este momento el Amo es débil, porque necesita de otro para
sentirse pleno.
El Amo pretende ser reconocido,
pero sin reconocer el poder del otro para sentir la complitud. La conciencia de sí, se manifiesta con carácter
absoluto y universal –estos términos
entendidos literalmente. El encuentro con otros deseos de reconocimiento
no da lugar a instancias políticas: es una lucha de vida o muerte. Si la lucha fuera constante y todos los
hombres quisieran y pudieran ser Amos, la vida sería imposible. Por lo tanto:
algunos por miedo a morir deberán someterse, llevando esta relación asimétrica
a una gran cantidad de sometidos y un número reducido de Amos que aumentarán su
poder a medida que disminuyan en número.
En la lucha, que ya no adquiere
un final trágico o heroico, el Amo sólo desea el posterior reconocimiento del
Esclavo por su victoria, pero no admite que la existencia del Esclavo es la que
posibilita su dominio.
El Esclavo, va a trabajar para el Amo y es aquí donde va a encontrar su redención: es en la
transformación de los objetos de su realidad, de la negación de los mismos,
donde se va a elevar por encima de su naturaleza y a liberar. Es el trabajo el
que separa al individuo del reino animal, la negación del mismo lo reduce a esa
condición. El Esclavo, se va a situar en un lugar parecido al que tenía el Amo
en un primer momento por la capacidad de transformar su medio, de llevar a cabo
la Idea.
La conciencia que posee el
Esclavo de su ventajosa situación con respecto al Amo, tiene el germen de su
eventual liberación. El Amo, viviendo sin trabajar, se va a encontrar
disfrutando, sin hacer ningún esfuerzo para ello. Pero tampoco está
del todo conforme en hacerse reconocer por un Esclavo... Es libre en lo real,
mientras que el sometido lo es sólo en la idea.
“Sin Amo no habría habido historia. Pero
ello es así porque no habría habido Esclavo y por lo tanto trabajo. (Y de este
modo queda legitimada la existencia del Amo en el pasado y su abolición en el
futuro). (Raurich, 1969, 182)
El protestantismo y su influencia
en Robinson Crusoe
El conflicto del hombre solo no
es un tema desconocido para casi ninguna disciplina. La quintaesencia de este
estadío contradictorio es la vida moderna: el individuo no conoce a su vecino,
no se comunica a pesar de estar rodeado de cientos de personas en la ciudad. Un
hombre puede encontrarse en la absoluta soledad, aún estando acompañado. El pasaje de la sociedad tradicional a la
sociedad industrial, moderna o programática, es el tema de los teóricos
sociales y políticos desde el desmoronamiento de la Edad Media. Y el individuo
en un nivel paralelo, va ganando autonomía y protagonismo, en el mundo de las
ideas y en el de la realidad. Robinson es un individuo post-renacentista. Aún
más: es un inglés en los albores del mercantilismo colonialista.
El individuo que encarará esta
nueva época, será uno que pueda con su conocimiento o sistema de acciones
probadas, racionales y disciplinadas incorporadas, hacer frente a las situaciones
más adversas. Y estar sólo –como uno lo esta en las sociedades capitalistas en
el mundo moderno—no es un obstáculo. El individualismo de Robinson no es libre,
tiene incorporado el modo “correcto” de hacer las cosas. No es un individuo que
tiene ante sí la posibilidad de hacer lo que quiera, no está libre: tiene
dentro suyo al sistema y a Dios que lo observa.
Robinson puede ser una metáfora
atemporal, y es justamente el eje de la comparación con Hegel. Pero Robinson
Crusoe, nos va a agregar otro nivel de complejidad, y este es precisamente su
historicidad. No sólo los deseos de conquista van a llevarlo a su aventura,
simplemente, él va a tener que lidiar con Dios y esta nueva forma que había
adoptado la fe, por esos momentos: el protestantismo. La Reforma va a ser
constitutiva de su infortunio, pero a su vez, le va a salvar la vida.
El protestantismo va a ser la
justificación ideológica al enriquecimiento, y a la necesidad de mano de obra
que se estaba requiriendo en las ciudades. Era necesario explicar que el
trabajo diario tenía beneficios personales –ganar la gracia de Dios—y a su vez,
se estaba contribuyendo con un plan universal. El protestantismo va a ser el
soporte de la burguesía, que como dice Marx, (Marx, 1985, [1848], 35) es una
clase revolucionaria, que va a mellar
desde la base las relaciones feudales. Weber va a escribir al respecto “ La supresión del dominio eclesiástico sobre
la vida no era el espíritu de la Reforma, antes bien el anhelo de cambiar la
forma de aquel poder por otra distinta”. (Weber, 1994)
Robinson va a desafiar el mandato
paterno de quedarse en su hogar y ser abogado. Buscar la fortuna –entendida en
las dos acepciones, dice su padre—lo llevaría a los extremos y ambos están
fuera de su alcance: la pobreza y la riqueza no conducen a la felicidad, sólo
en la medianía es posible alcanzarla. La sobriedad, la moderación y el trabajo
son la fuente de los mayores goces.
Pero Robinson escapa. Sin embargo, la culpa lo va a perseguir durante toda
su aventura, y va a ver en sus problemas designios divinos, por desobedecer a
su padre. La expiación de la culpa es lograda cuando el éxito es alcanzado y
cuando la riqueza y el status justifiquen su accionar desordenado, en un primer
momento.
Encontrará explicaciones mágicas
a los designios que cruzan su vida como coincidencias casi cabalísticas de sus
infortunios, que concuerdan con la fecha de su nacimiento –30 de septiembre de
1632—con la captura del pirata turco de
Salé y diversas tempestades. Hasta un viejo marino jura que no subirá nunca más
a un barco con él. Y Robinson, por su parte, varias veces va a volver, a la
casa de su padre, como “un hijo pródigo
arrepentido” (Dafoe, 1981, [1719], 11)
El padre va a cumplir la misión
de retener el espíritu salvaje en Robinson pero que, en realidad habita en
todos los individuos. La época en la que se encuentra Robinson, de 1630 en
adelante, es también la de Hobbes, que escribe el Leviatán en 1651(Sabine,
1945, [1937], 337): el Estado Absolutista será quien mejor retenga los impulsos
de los individuos, a través de un pacto irreductible e inalienable, a cambio de
seguridad. Los hombres tienen la capacidad de darse muerte mutuamente, y por
miedo a ser asesinados, se someten.
En el marco de esta necesidad de
conformar Estados Nacionales fuertes los barcos, aunque responden a ellos,
parecen ser la metáfora del escape, de esta fuerza generalizada. El barco va a
simbolizar la libertad de quien se suba a él, pero a su vez, la desprotección,
ya fuese humana o divina. Robinson va a
luchar contra esta “funesta inclinación”
de viajar, sin poder lograr su sosiego de otra forma, aún cuando encuentra
bienestar, como el que logra en Brasil, en su plantación de tabaco.
Robinson va a encontrar una
razón, un designio divino a su situación y va a trabajar mucho para transformar
su realidad. La revelación no alcanza para convencer al individuo: existen
pruebas: los inconvenientes, los infortunios, y medios de solucionarlos:
operando sobre ellos, trabajando. Él reconoce que, entonces, su estancia en la
isla, es una misión: “algo” lo envía a él allí, por esa misma fuerza sólo él se
salva del naufragio y Dios sólo hunde su barco cuando ya consiguió de él todo
lo necesario para sobrevivir.
El peligro, que encarnan los
caníbales es una lucha interna entre la vieja sociedad –matarlos—contra la
nueva –respetarlos, en la medida que no le representen un peligro--. Él se
encuentra frente a un conflicto: si simplemente elimina a los salvajes con su
arma, y alguno escapa o al poco tiempo los que quedaron en la tribu acuden a ver
que sucedió, -–puesto que los caníbales sólo iban a su isla a comer a los
prisioneros-- en ese caso él no posee los medios para matar a todos. Pelea
internamente y por más que lo considere un crimen, encarga o delega en Dios,
que haga justicia en su momento. Para él, es un crimen “nacional”, y no le
corresponde participar.[2]
O simplemente, también una connotación racista: salvar la vida de un salvaje no
justifica poner en peligro la suya. El significado que –desde el punto de vista
histórico—tenía la vida por esos momentos se relacionaba con procesos que los
salvajes no habían padecido. Para ellos, la vida no poseía el valor que tenía
en el mundo occidental. El salvaje no era un igual. Este razonamiento,
simplificado, justifica la xenofobia de Robinson. Las creencias o dioses que
adorasen también justificaban su inferioridad.
El Dios cristiano es una entidad que se compone de sentimientos y
justificativos racionales. Existen pruebas de la existencia de Dios en las adversidades
–según el discurso de la Iglesia--, así como también en hechos fortuitos. Y
ambos, como sabemos, son incontrolables para el ser humano, están fuera de su
capacidad, son un sistema.
La protesta religiosa, que
comenzó con Lutero y continúa con Calvino, incluía una idea de predestinación que
escapaba a la voluntad humana. En Lutero, la predestinación, suponía que el
hombre debía conformarse con lo dispuesto por la voluntad divina. Para el
puritanismo, en cambio, cada hombre debía cumplir en la forma más eficiente
posible su función en la tierra, pues para eso Dios había creado comerciantes,
campesinos y terratenientes. De este modo justificaba la nueva estructura de
clases y el surgimiento y el ascenso de la burguesía: para agradar a Dios, los
comerciantes debían ser prósperos. (Archenti-Aznar, 1987, [1987]) Ergo: más
dinero se tenía, más se agradaba a Dios. Posteriormente Bentham, en el marco
del utilitarismo, XIX, le va a dar una vuelta de tuerca y va a decir que a “cada porción
de riqueza corresponde una porción de felicidad”, pero esto lo dejaremos
acá. (MacPherson, 1986, [1977], 38)
Volviendo a la estructura atemporal,
Robinson también puede interpretarse como el triunfo de la civilización frente
a la naturaleza, de Dios ante el pecado. De alguna manera ya estamos en el tema
de Hegel puesto que Robinson va a negar, permanentemente la realidad de la
Isla, le va a sacar su carácter salvaje y la va a hacer suya –excepto en la
zona del banquete caníbal—y esta imposibilidad de la totalidad le va a impedir
ser feliz, hasta que decide sacarse el miedo.[3]
También es importante destacar la
relación dialéctica que se va a establecer en la paulatina “bestialización” de
Robinson –en su vestimenta, su alimentación, hábitos—y la urbanización,
transformación y domesticación del medio salvaje.[4]
La negación de la isla, va a ser
paulatina, pero constante e irreductible. Desde el naufragio, Robinson va a
tratar de hacer a su semejanza la estructura de la isla. Y para eso cuenta con una ventaja: armas[5].
Estas lo van a hacer Amo sin discusión desde un primer momento, a pesar de que
la incertidumbre persista. Va a construir una cabaña, que luego se transformará
en una fortificación –que él va a llamar castillo--, y una “casa de campo”. Va
a cazar, pescar y luego un “milagro” –sacudir un saco al lado de un árbol, lo
va a proveer de cebada y arroz. Los granos de esta pequeña cosecha los va a
guardar, y al poco tiempo –al conocer los ciclos climáticos de la isla—va a
poder planificar y calcular – lo que en ese momento no es un dato menor[6]--
las épocas de sembrado y de cultivo. También por accidente, va a descubrir la
mejor forma de cocer vasijas de barro, que le van a servir de recipientes para
hacer pan. Con su rebaño domesticado, se va a proveer de leche y queso y
además va a ahorrar pólvora, un recurso
irrecuperable y fundamental, en su situación.
La tranquilidad de tener cierto
bienestar va a llevar a su espíritu inconformista a querer ver partes de la
isla, aún desconocidas para él. Y nuevamente, Dios le va a probar que salir de
su medianía sólo le provocará incertidumbre y temor. Una marea adversa casi
hunde su canoa.[7]
En este momento Robinson reúne
gran cantidad elementos protestantes: la resignación del lugar que ocupa en el
mundo, su ocupación, el regocijo en Dios a través del trabajo y perfeccionarse
en él, como forma de manifestar la resignación.
La idea de profesión conservó en
Lutero un sello tradicionalista. Profesión –dice Weber, (Weber, 1994, 53) es
algo a lo que el individuo debe someterse porque es una donación que la
Providencia le ha otorgado, algo ante lo cual debe “allanarse” y tal idea
establece la razón del trabajo profesional como misión, como la misión impuesta
por Dios al hombre. Él mismo debe tener resignación ante el lugar asignado.
Hasta qué punto una profesión es
útil[8]
o grata a Dios, se determina, en primer lugar, según criterios éticos y, en
segundo lugar, con arreglo a la importancia que tienen para la “colectividad”
los bienes que en ella han de producirse; a lo que se añade como tercer
criterio --el más importante, desde luego desde el punto de vista práctico— el
“provecho” económico que produce el individuo.
A lo largo del relato, Robinson,
va a tener ciertas dudas sobre Dios, va a estar enojado, incluso, pero siempre
vuelve a reafirmarse en su fe, incluso con mayor intensidad. Pero la duda, es
un elemento que él se permite padecer y que pauta su modernidad.
Como hemos dicho varias veces, a pesar de su
resignación, en una de sus
exploraciones en la isla, va a descubrir una huella humana. El miedo lo va a
paralizar y se va a recluir, menguando comodidades en función de su protección.
La necesidad de otro, que lo
reconozca como Señor es manifestada claramente a lo largo del relato.[9]
Era naturalmente obvio, que aquí Viernes juega el rol del esclavo, pero no es
el único: también lo son Xuri –el que lo ayuda a escapar del pirata turco de
Salé, cuan él también era esclavo—y también los náufragos y quien se acerque a
él desde su conformación de Amo, cuando los conocidos y familiares conocen su
aventura. El papel de Robinson es el de Amo. Más allá de las circunstancias que
lo rodean, es un elegido permanente.
Sin embargo, Viernes, desde
luego, es quien más claramente va a desempeñar el rol de esclavo: los caníbales
han tomado prisioneros a los vencidos en una batalla y los llevan para comer.
Robinson logra salvar a uno, tal como él mismo soñó, lo va a cuidar, alimentar
–con carne animal, no humana-- y a educar: Viernes va a hablar inglés, trabajar
y rezar. Lo va a iniciar con cuidado y dedicación, en el protestantismo,
convirtiéndolo en casi fanático religioso, y considerando sus creencias
primigenias como “fraudes”. Hasta que un día, Robinson, descubre con
pesar, que Viernes ansía su hogar y
entonces considera una eventual traición y de ahí en más, lo trata con la
distancia que corresponde entre un Amo y un Esclavo, y su reconocimiento le
parece poco.
En este momento, se manifiesta
claramente que Robinson tiene conciencia de sí y de su capacidad de operar
sobre la realidad. El círculo se cierra totalmente: Robinson también fue esclavo
de los piratas; aprendió a ser Amo, a negar su realidad y ahora será el Otro,
su esclavo, que a su vez lo reconoce como tal.
Las armas y la eventual salvación de Viernes, lo van a convertir a este,
en un siervo sumiso y agradecido[10],
y a pesar de aprender el trabajo o cargar la escopeta, la idea de rebelión
jamás acude a él. El etnocentrismo, que esconde un racismo atroz, nunca es
discutido por ninguna de las partes.[11]
Toda la historia siguiente,
--rescate del padre de Viernes, intento de salvación de los blancos en una
tribu, la recaptura del barco inglés[12]—van
a ser afirmaciones de su señorío[13],
que no es jamás discutido ni por él mismo, ni por nadie, incluso al volver a
Inglaterra, 28 años después del naufragio --1687, y con sólo 3 de compañía
humana.
El reconocimiento en Inglaterra
es total, por parte de todos sus conocidos y familiares, y la plantación de
tabaco, lo transforman en un hombre rico. Y además, casi automáticamente, dueño
de la isla también. Donde dejó provisiones y distribuyó tierras.[14]
A lo largo de todo el relato,
Robinson no menciona el amor, ni el sexo. No aparece forzado ni necesario, pero
resulta llamativa su total ausencia.
La descripción de Viernes podría
resultar sugestiva, si Robinson no estuviera en el marco del paradigma naturalista
y su información es a los efectos del conocimiento, y de reforzar el
etnocentrismo inglés, que luego derivaría –en un aspecto más concentrado—en el
evolucionismo de Spencer.[15]
La descripción de la Isla y de su
transformación permanente a través de la acción, es extremadamente detallada y
realista, lo cual hace difícil comprender, que la esfera religiosa esté tan
presente para él y dentro de su mundo tangible, práctico y calculado en pos de
la supervivencia. Esta contradicción no le ofrece conflicto –y de hecho hoy en
día un colegio con formación científica, está separado de una Iglesia, sólo por
una pared sin que esto tampoco nos parezca extraño. Esta dualidad no habla de
la modernidad que simboliza la figura de Robinson, que doscientos años antes, no
se lo hubiera permitido. Robinson lo toma como algo natural y compatible:
algunas cosas se explican por la ciencia y otras por Dios. Y tal vez esté bien
que existan lugares, paro lo uno o para la otro, y para los que puedan
compartir la dualidad, ya sean o se sientan amos o esclavos.
Por último quisiera cerrar esta comparación, sin ningún
tipo de segunda intención, con la lista de los Males y Bienes que hace
Robinson, y que creo ejemplifica mucho de lo que hemos visto.
Males |
Bienes |
Soy arrojado a una horrible isla desierta, privado de toda esperanza
de salvación. |
Pero estoy vivo, y no me he ahogado como todos mis compañeros del
barco. |
Estoy separado y aislado de todo el mundo, y tengo que llevar una
vida miserable. |
Pero fui separado también de la tripulación del barco para salvarme
de la muerte; y El que milagrosamente me ha salvado de la muerte, puede
librarme de esta situación. |
Estoy alejado de los hombres, soy un solitario, un desterrado de la
sociedad humana. |
Pero no me muero de hambre ni perezco en un lugar estéril sin medios
para mi sustento. |
No tengo ropas para cubrirme. |
Pero estoy en un clima cálido, sonde si tuviera ropas difícilmente
podría llevarlas. |
Estoy totalmente indefenso, sin medios de resistir ninguna violencia
de hombre o fiera.[16]
|
Pero he sido arrojado a una isla desierta donde no veo fieras que
puedan atacarme como vi en la costa de África; y ¿qué habría ocurrido de
naufragar allí? |
No tengo ni un alma con quien hablar, o que me consuele. |
Pero Dios hizo el prodigio de enviar un barco lo bastante cerca de la
playa para que yo pudiera sacar de él muchas cosas necesarias, que, o bien
cubrirán mis necesidades o bien me permitirán subsistir todo el tiempo que me
reste de vida. |
Bibliografía
-Aristóteles. La Política. Ed. Varias
-Defoe, Daniel. Robinson Crusoe. Ed. Planeta, Barcelona,
1981.
-Hegel, J. Fenomenología
del espíritu. Ed. Alambra, Madrid, 1985. Pag. 157
-Raurich, Héctor. Hegel y la lógica de la pasión. Ed.
Maarymar. Buenos Aires, 1976.
-Sabine, George. Historia de la Teoría Política. Ed. FCE,
México,1945.
-Marx, Karl. Manifiesto del
Partido Comunista. Ed. Varias.
-Archenti- Aznar. Historia del
Pensamiento Político. Ed.
Eudeba, Bs. As. 1987.
-McPherson. La democracia liberal
y su época. Ed. Alianza. Bs. As. 1986.
1 La dialéctica del Amo y el Esclavo, en Fenomenología del Espíritu, de Hegel (Hegel, 1966, [1807])
es el soporte de esta comparación que queremos hacer con Robinson Crusoe
(Defoe, 1981, [1719]). Tenemos como guía, el texto de
Raurich, (Raurich, 1969) que se refiere a “Fenomenología de la conciencia de
sí”.
2 “Después de
que estos pensamientos me habían ocupado por algún tiempo, pasaba a reflexionar
seriamente sobre el peligro real que había corrido durante muchos años, en esta
misma isla; y cómo me había paseado por ella con la mayor seguridad y con toda
la tranquilidad posible; incluso cuando quizá sólo la cresta de una colina, un
árbol corpulento o la casual caída de la noche, se habían interpuesto entre mí
y la peor de las suertes, esto es, el caer en manos de los caníbales y
salvajes, que se hubieran apoderado de mí con las mismas intenciones con las
que yo cogía una cabra o una tortuga, y que hubiesen considerado el matarme y
devorarme como un crimen no mayor que el que yo creía cometer al comerme un
pichón o un chorlito. Me calumniaría a mí mismo si no dijera que estaba
sinceramente agradecido a mi gran Protector, de cuya singular protección
reconocía, con gran humildad, que todas aquellas ignoradas ayudas le eran
debidas; y sin las cuales inevitablemente hubiera caído en sus inexorables
manos.” Pág. 205
3 “Estos pensamientos me ocuparon muchas horas, bueno, casi
podría decir semanas y meses; y una de las consecuencias concretas de mis
reflexiones en esta ocasión, no sabría omitirla; y esta fue que un día, a
primera hora de la mañana, estando yo tendido en mi cama con la mente ocupada
en la idea del peligro que corría en caso de que aparecieran los salvajes,
cuándo me sentía más deprimido, acudieron a mi memoria aquellas palabras de la
Escritura: Invócame en la hora de la aflicción, y te salvaré, y tú me
glorificarás.
Ante lo cual me levanté alegremente de la cama, sintiendo no sólo
consolado mi corazón, sino también guiado e impulsado a rezar fervorosamente a
Dios por mi salvación.” (Dafoe, 1981, [1719], 165)
4Incluso,
de creación de nuevas especies animales, porque los gatos que él salva del
naufragio, se cruzan con un animal de la Isla,
desconocido para él. Es una metáfora de la Tesis (animal domesticado),
Antítesis (animal salvaje) y la síntesis (nueva especie).
5
Hannah Arendt expresa en un escrito llamado “Sobre la Violencia”, que las armas
son herramientas y que necesariamente son el acompañamiento del poder, pero que
no lo generan.
6
Sabine manifiesta que Hobbes trata de pasar el sistema de las ciencias
naturales a las ciencias psicológica y política. Op. Cit. Pag.340. La ciencia fue una herramienta para conocer y dominar a la
naturaleza, y en conjunto, todo a favor de la economía.
7 “En esta disposición
de ánimo permanecí cerca de un año, llevando una vida retirada y muy tranquila,
como bien puede suponerse; y como mis pensamientos se habían ya acomodado
muchísimo a mi situación, y encontraba pleno consuelo en inclinarme ante los
designios de la Providencia, la verdad es que creía vivir muy feliz en todos
los órdenes, excepto en el de falta de compañía.
Durante este
tiempo me perfeccioné en todos los trabajos manuales a los que mis necesidades
me hacían dedicar, y creo que, de llegar la ocasión, podría ser un excelente
carpintero, sobre todo considerando las pocas herramientas que tenía”.pág. 151
8
Estos conceptos nutrirán en el futuro al Utilitarismo, del cual Bentham es uno
de sus máximos referentes, a partir del cual la idea del bien esta dada por la
utilidad. (Bobbio)
9
Ante la posibilidad de que haya algún náufrago del un barco que se destruyó en
una tormenta, Robinson dice: “Hay en los
afectos ciertos resortes ocultos y movibles que cuando se ponen en
funcionamiento ante la vista de algún objeto, o, simplemente por algún objeto
que no sea siquiera visible, pero que se haga presente al espíritu por la
fuerza de la imaginación, este movimiento arrastra al alma en su impetuosidad
con un ansia tan violenta de poseer el objeto, que su ausencia se hace
insoportable.
Tales
eran estos vehementes deseos de que alguien se hubiera salvado. “¡Oh, aunque
fuera uno solo” Creo que repetí las palabras, “¡Oh, aunque fuera uno solo”, un
millar de veces; y los deseos se hacían tan acuciantes, que mientras
pronunciaba estas palabras mis manos se entrelazaban con fuerza. [...]
Que
los naturalistas expliquen estas cosas, y sus motivos y la especia a la que
pertenecen; todo lo que yo puedo decirles es describir el hecho, que me
sorprendió incluso a mí, cuando me encontré con ello; aunque no sabía a que se
debía; fue sin duda el efecto de los ardientes deseos y de los intensos
pensamientos que tomaron forma en mi espíritu, al comprender el consuelo que la
conversación con un semejante cristiano sería para mí” Pag. 196-197 Aquí se puede ver clarísima la analogía con
Hegel y el reconocimiento del paradigma naturalista, al cual nos referimos al
concluir el escrito.
12--“¡Mi querido amigo y salvador!
–dice él [Capitán del barco tomado]—porque es todo vuestro, como lo somos
nosotros y todo lo que contiene” Pag. 285
13
“Mi isla estaba ya poblada, pues, y yo me
consideraba muy rico en súbditos; y con frecuencia me hacía en broma la
reflexión de que parecía igual que un rey. En primer lugar, todo el país era de
mi exclusiva propiedad; así es que tenía un indiscutible derecho de dominio. En
segundo lugar, mi pueblo se hallaba totalmente sometido: yo era señor y
legislador absoluto; todos me debían la vida, y hubieran estado dispuestos a
darla por mí si hubiese llegado la ocasión. Era también notable que no teníamos
más que tres súbditos, y pertenecientes a tres religiones distintas. Mi criado
Viernes era protestante, su padre era pagano y caníbal, y el español era
papista; pero yo permitía la libertad de conciencia en toda la extensión de mis
dominios. Pero esto sea dicho de paso”. Pag. 252. Aquí Robinson se
constituye como un Estado, cumpliendo con sus dos requisitos básicos:
territorio y población, pero a su vez, también es un Estado moderno, que
permite la libertad religiosa del individuo. Si lo consideramos históricamente,
doscientos años antes, esto no hubiera podido ocurrir.
15
“Era un muchacho apuesto y bien parecido,
muy bien formado; con miembros largos y fuertes, no demasiado gruesos; alto y
de buena figura y, según mis cálculos, de unos veintiséis años de edad. Tenía
muy buen semblante, no un aspecto de ferocidad y rudeza; pero parecía haber
algo muy viril en su rostro, aunque tenía también toda la dulzura y delicadeza
de un europeo en su semblante, sobre todo cuando sonreía; su pelo era largo y
negro, no rizado como la lana; su frente muy alta y ancha, y gran vivacidad y
un agudo centelleo en sus ojos. El color de la piel no era completamente negro,
sino muy tostado pero no de un tostado feo, amarillento y repugnante, como el
de los brasileños y virginianos y otros indígenas de América; sino una especie
de color pardo oliváceo, que tenía algo muy agradable, aunque no fuera fácil de
descubrir. Su cara era redonda y rolliza, su nariz pequeña, no chata como la de
los negros y una boca magnífica, labios finos, y los dientes hermosos y regulares,
y blancos como el marfil” Pag.214