Introducción a la Poética del
espacio de Gastón Bachelard
Prof.
María del Rosario Achaval
Departamento
de Francés, Colegio Nacional de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires
“Sólo el tiempo nos permite conocer el valor de lo que no conocemos”
Esquilo
La Poética del
Espacio que apareció en 1957 revela un enfoque fenomenológico y
antiexplicativo, ya prácticamente adoptado por G.Bachelard; a quien no le
resultó fácil abandonar sus hábitos intelectuales, y su racionalismo para
inclinarse hacia una visión más personal como la que es sumergirse en la
conciencia del creador según los postulados de la fenomenología.
Es necesario acudir al fenómeno mismo
de las imágenes, para que al estudiar el PRESENTE de las mismas, se pueda
transmitir su novedad esencial.
“Imaginar es ausentarse, lanzarse hacia una vida nueva”,
según G.Bachelard.
Para él, la imagen
existe, la palabra habla, la palabra del poeta LE habla. No hay ninguna
necesidad de haber vivido los sufrimientos del poeta para aprehender la dicha
de las palabras que ofrece. La poesía posee una felicidad que le es propia,
cualquiera sea la tragedia que debe ilustrar.
La Casa
Del sótano a la
guardilla.
El sentido de la
choza.
Versos de Pierre
Albert-Birot, en su libro “Les amusements naturels”
¿Quién vendrá a llamar a la puerta?
Puerta abierta, se entra
Puerta cerrada, un antro.
El mundo llama del otro lado de mi puerta.
LA CASA, la maison,
es (sin duda) un ser privilegiado, para un estudio fenomenológico de los
valores de intimidad del espacio interior, en tanto se considere “la casa” en
su unidad y su complejidad, intentando integrar todos sus valores particulares
en un valor fundamental.
La Casa nos dará imágenes dispersas y un
cuerpo de imágenes. En ambos casos veremos que la imaginación aumenta los valores
de la realidad.
Los recuerdos de
todas las casas que nos han albergado y más allá de todas las casas que soñamos
habitar, ¿puede desprenderse una esencia íntima y concreta que sea una
justificación del valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad
protegida?
Es éste el problema central.
Y para resolverlo no
se trata de considerar a la casa como un objeto, tampoco se trata de describir
casas, al contrario, hay que traspasar los problemas de la descripción
(objetiva o subjetiva) para llegar a las virtudes primeras, a aquellas donde se
revela una adhesión, innata, podría decirse, a la función primera de habitar.
Debemos preguntarnos
cómo habitamos nuestro espacio vital, cómo nos enraizamos, día a día, en un
“rincón del mundo”.
La casa es nuestro
rincón del mundo, es nuestro primer universo, es realmente “un cosmos”.
Vista y más aún
mirada íntimamente, la vivienda más humilde, ¿no es la más bella?
Los escritores de la
“habitación humilde” evocan a menudo, ese elemento de La poética del espacio.
Pero esta evocación,
puede resultar sucinta, no hay mucho para describir de la humilde vivienda,
caracterizan la habitación humilde en su actualidad, sin vivir su calidad
primitiva, calidad que pertenece a todos, ricos o pobres, si aceptan Soñar.
Todo espacio
realmente habitado lleva como esencia la noción de CASA. Y es entonces que el
ser amparado, protegido sensibiliza los límites de su albergue, vive la casa,
en su realidad y en su virtualidad, con el pensamiento y los sueños.
Son los sueños (les
rêves) de las diversas moradas de nuestra vida los que guardan los tesoros
de los días antiguos y es cuando nos reconfortamos reviviendo recuerdos de
protección y evocando los recuerdos de la casa sumamos valores de sueño (de
rêve), somos entonces un poco poetas.
Es en los poemas, tal
vez más que en los recuerdos que llegamos al fondo poético del espacio de la
casa.
Si nos preguntamos,
¿cuál es el beneficio más preciado del espacio de la casa?
Podemos responder que
La Casa: alberga el ensueño, protege al soñador, y nos permite soñar en
paz.
Entonces, los lugares
donde se ha vivido el ensueño, se restituyen por sí mismos en un nuevo Ensueño.
LA CASA es el primer
mundo del ser humano. El hombre es puesto en la cuna de la casa y siempre en
nuestros sueños, la casa es una gran cuna.
La vida comienza
encerrada, protegida y tibia en el regazo de la casa. Cuando se sueña en la
casa natal se participa del calor primero y en ese ambiente viven los seres
protectores.
La casa tiene su
propia maternidad. Y el poeta sabe muy bien que la casa sostiene a la infancia
en sus brazos.
Rainer María Rilke,
en Les Lettres, dice:
“Casa, jirón de prado, oh luz de la tarde
de súbito alcanzáis faz casi
humana,
estáis junto a nosotros, abrazando,
abrazados”.
Antes se dijo que la
casa es un cuerpo de imágenes que dan al hombre razones e ilusiones de
estabilidad. Debemos entonces ordenar esas imágenes:
1) La casa es imaginada como un ser vertical, se eleva, llamamiento a nuestra
conciencia de verticalidad.
2) La casa es imaginada como un ser concentrado, nos llama a una conciencia de
centralidad.
Entonces debemos
buscar primero en la casa múltiple, centros de simplicidad, Charles Baudelaire
dice:
“dans un palais, il n’y a pas de coins d’intimité”
en un palacio, no hay rincones de intimidad
Para un fenomenólogo que busca las raíces de la función
de habitar, Henri Bachelin (novelista olvidado) en “La casa de la infancia”
nos habla de esta función (la de habitar), y el siguiente pasaje es esencial:
“Eran horas en que
sentía la fuerza, lo juro, que estábamos como retirados de la aldea, de Francia
y del mundo. Me complacía, guardaba para mí solo mis sensaciones –imaginar que
vivíamos en medio de los bosques en una choza de carboneros, bien calentada...
Nuestra casa era mi
choza. Me veía en ella al abrigo del frío y del hambre. Si me estremecía un
escalofrío, era de bienestar.”
Así el escritor nos
llama al centro de la casa, como a un centro de fuerza y llega hasta el fondo
ese “sueño de la choza” que conocen bien los que aman las imágenes legendarias
de las casas primitivas.
La choza, en Henri
Bachelin, aparece como la raíz sustentadora de la función de habitar.
Observando una luz
lejana en la noche,
¿quién no ha soñado
en la choza, quién no ha soñado en la cabaña del ermitaño?
La cabaña es la soledad
centrada y la esencia del verbo habitar?
Nuestro pasado
legendario nos trasciende y la imagen nos conduce vamos a la extrema soledad.
El ermitaño está sólo ante Dios. La cabaña es el anticipo del monasterio.
Entonces la cabaña
como anticipo del monasterio, y alrededor de su soledad centrada, irradia un
universo que medita, que ora, un universo fuera del Universo. La cabaña (cabane)
no puede recibir ninguna riqueza de “este mundo”. Tiene una intensidad de
pobreza, la cabaña del ermitaño es la gloria de la pobreza.
Recordemos a
Flaubert, en Les Trois Contes, Saint Julien l’Hospitalier, la
cabaña del ermitaño, de dépouille en dépouille, nos da acceso a lo
absoluto del refugio.
Después de la lejana
luz de la choza del ermitaño, símbolo del ser que vela, se podrían ver
documentos literarios relativos a la poesía de la casa, poiesis de la
maison, bajo el único signo de la lámpara que luce en la ventana.
Deberíamos situar
esta imagen bajo la dependencia de los más grandes teoremas de la imaginación
del mundo de la luz, Rimbaud dijo este teorema cósmico en tres palabras:
“El nácar ve”
La lámpara vela,
vigila, la lámpara en la ventana es el ojo de la casa.
La lámpara es una luz
encerrada que se filtra sólo al exterior. Citando nuevamente a Rimbaud, en un
poema escrito con el título: “Entre les murs”, dice:
“Une lampe allumée derrière la fenêtre
veille au cœur secret de la nuit”
y en el mismo poema,
unos versos antes dice:
“Du regard emprisonné
entre ses quatre murs de pierre”
Henri Bosco quien en
su novela “Le jardin d’Hyacinte”, cita y desarrolla una lámpara que
espera en la ventana.
Es por medio de la
lámpara que la casa espera, es aquí el signo de una gran lámpara, de una gran
espera. Por la luz de la casa lejana, la casa ve, vela, vigila y espera.
Hay un sin fin de
imágenes que surgen de la poesía de la casa en la noche.
Hélène Morange dit :
“Je verrai vos maisons comme des vers (luciérnagas)
luisants, au creux (hueco) des collines”
Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra
“estrellas de hierba”
Christiane Barucoa dice de la lámpara en la casa “humana”
“Étoile prisonnière prise
(encendida) au gel de l’instant”
Es entonces cuando en estas imágenes las estrellas vienen
a habitar la tierra Las casas de los hombres forman constelaciones sobre la
tierra.
El ensueño poético al contrario del ensueño de la
somnolencia, no duerme jamás. Necesita a partir de la imagen más simple,
irradiar las ondas de la imaginación.
Expresiones como leer una casa, leer una habitación
tienen sentido ya que guían a los escritores y a los poetas en el análisis de
la intimidad.
Leer a Gastón Bachelard es adentrarse en una experiencia
paradójica. Será necesario volver una y otra vez sobre sus textos para
descubrir el hilo sutil que constituye la trama de su pensamiento.
“El soñador de ensoñaciones conserva bastante
conciencia como para decir: soy yo el que sueña la ensoñación, el que está
feliz de soñarla, el que está feliz del ocio en el que ya no tiene la
obligación de pensar.” según G.Bachelard.
¿Existe acaso otra libertad sicológica que la de soñar?,
se pregunta Bachelard; esa ibertad que reside en la actualización plena de la
conciencia imaginante.
La espontaneidad que se ejercita en la libre
creación de imágenes, al par que concede al hombre la máxima certeza subjetiva
de su existir lo sitúa en una dichosa comunión con el mundo.
Para G. Bachelard, el poeta descubre o ilumina más
que inventa.
La imagen en su
simplicidad no necesita un saber.
Profesor admirable,
en los últimos años asistían a sus cursos no sólo estudiantes de filosofía sino
también poetas y críticos literarios.
“En la Enseñanza General, animados por la alegría de Enseñar, a veces la
palabra piensa.
Al escribir un libro es preciso reflexionar.”
G.Bachelard
Bachelard: Cuadro cronológico
1884 – Nacimiento en Bar-sur-Aube
(pequeño pueblo al sur de Francia)
Licenciado en Matemáticas y Filosofía.
1940 – Profesor en la Sorbonne cuando
las tropas alemanas ocupan París.
1955 – Miembro de la Academia de
Ciencias Morales y Políticas.
1961 – Se le otorga el gran premio
nacional de Letras.
1962 – Muere en París.
Vasta producción escrita
L’intuition de l’instant (1932)
Les instuitions atomistiques (1932)
Le nouvel esprit scientifique (1934)
La psychanalyse du feu (1938)
Lautréamont (1939)
La philosophie du non (1940)
L’eau et les rêves (1942)
L’air et les songes (1958)
La poétique de l’espace (1957)
La flamme d’une chandelle (1960)
Le droit de rêver
La poétique de l’espace (1957)